martes, 15 de octubre de 2013

Eduardo Galeano
Los hijos de los días

Presentación en la Feria del Libro de Buenos Aires


AUDIO


"Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días,
nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos
de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida".
Eduardo Galeano presenta su libro " Los hijos de los días"
en la 38ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en
el año 2012.
Este libro intenta sobretodo difundir hechos pocos conocidos
o desconocidos para iluminar un poquito mejor la realidad que
nos llega enmascarada
Los hijos de los días reúne 366 historias, una para cada día
del año. En ellas, Galeano capta instantáneas que reflejan la
vida de hombres y mujeres célebres o anónimos.
Hechos sorprendentes o curiosos, situados en diversas épocas y
lugares, que muestran las fragilidades de personajes conocidos
y la grandeza de los ignorados. La obra se convierte así en
un calendario originalísimo, capaz de revelar todo lo que
esconde la sucesión previsible de los días.
El ensayista uruguayo conocido por su clásico libro "Las venas
abiertas de América Latina", volvía después de una década a la
Feria del Libro de Buenos Aires y esta vez lo hacía para
presentar su nuevo libro titulado Los hijos de los días, un
conjunto de ensayos dividido en 366 partes, uno por cada día
del año. Fue ovacionado tantas veces durante su presentación
que daba la impresión que estábamos en un acto meramente
político. Aunque en realidad, para el público que colmó el
auditorio José Hernández de la Feria del Libro de Buenos Aires,
el uruguayo Eduardo Galeano decía verdades completas
(y no a medias) sobre nuestra realidad política.
Un hombre que vive como escribe y viceversa; que se asoma al
escenario y lo primero que hace es dar aplausos a los miles de
"fueguitos" que chispean en la sala José Hernández del predio
ferial de La Rural. ¿Qué esperan? Algunos, la firma de
ejemplares; otros, sacarse una foto o simplemente verlo.
Todos, escucharlo; observar cómo abraza el libro, desempolva
las palabras y las hace bailar al son de su voz, que no
necesita gritar para hacerse oír porque su fuerza se aloja
en el inquietante deseo que tiene de decirlas.
A medida que avanza la conversación entre el escritor y los
relatos que construyó, en la sala y en las inmediaciones del
predio donde se proyecta la charla en pantalla gigante, empiezan
a brotar pensamientos, reflexiones, recuerdos. Porque sus ganas
de contar se unen a las que posee la gente de escuchar lo que
él comparte. Y para compartir, hay que estar a la par. Por eso,
aunque está sobre el escenario, él no mira hacia abajo para ver
al público sino que no quita su mirada del libro. Porque ahí no
hay tarima que lo prive del placer de sentirse un fueguito más.
Una tras otra las lecturas realizadas comienzan a revolotear por
todo el lugar al son de sus cejas, que se mueven cual batutas de
orquesta y marcan el compás de una noche en la que un libro engendró
un encuentro, entre quien lo pensó, lo construyó y lo leyó y quien
lo va a pensar y lo va a volver a construir, porque lo va a leer.
El punto final de la charla enciende los aplausos que celebran
lo compartido. Porque de cada texto nace una historia; porque las
palabras están hechas de tinta pero no terminan de ser hasta que
son historias.

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